19-10-2011.
Últimamente, Maurice se había percatado de que Angelo miraba con diferente atención a las mujeres: a las jóvenes criadas que se cruzaban por los pasillos del hotel y a las chicas que paseaban por las calles de Davos; y que, con frecuencia, se volvía para seguir mirándolas después de que pasaran a su lado. Y, si alguna de ellas giraba la cabeza, entonces contenía su paso y le enviaba una amplia sonrisa, de hecho más ingenua que insinuante.