Un puñado de nubes, 84

21-10-2011.

Angelo no dijo ni una palabra durante la despedida en la gran terraza del hotel Schalplaz. Parecía estar ausente, tanto del lugar como de lo que se estaba diciendo. Se había traído los pequeños prismáticos, que utilizaba cuando asistía a algún concierto en la Scala de Milán, y su atención estaba volcada ahora en la riada de transeúntes que, doscientos metros más abajo del hotel, deambulaba por las concurridas callejuelas de Davos.

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