Día: 10 de julio de 2011
«Sacri»
Hacía poco que había sido monaguillo, y en el taller algunos de mis compañeros, y sin ánimo de ofenderme, no me llamaban por mi nombre sino decían “Sacri”, diminutivo de sacristán. En mi ignorancia de niño, todos esos improperios y blasfemias que esa chusma vociferaba por las calles me parecía que las dirigían a mí, que de un momento a otro alguien se me encararía acusándome de que yo era miembro de ese clero, seguidor y simpatizante de esa gente de sotana, de ese colectivo eclesiástico que eran los culpables de esa miseria que padecía el pueblo proletario, frases que yo había escuchado muchas veces en el trabajo y en conversaciones que en la Plaza del Reloj mantenían los grupos de hombres que allí se reunían para hablar de política, diciendo que todos los males que la sociedad trabajadora padecía se quitarían eliminando a todos los curas y frailes. Muchos grupos de jóvenes cantaban por la calles y plazas, en su ignorancia propia de los pocos años, esa canción ofensiva al Divino Hacedor y a todos los componentes de esa Iglesia Universal:
En realidad no queremos Dios,
queremos a los curas fritos con arroz.
Abajo el clero, curas y frailes
que mueran todos los clericales.
Muerte al clero que es un traidor
y libertad al pueblo productor.