03-07-2011.
Había empezado la política de becas. Casi todos teníamos alguna ayuda, aunque los más afortunados eran los de Formación Profesional, que recibían en algunos casos alrededor de veintidós mil pesetas por curso. Esta cantidad debía cubrir los gastos de estancia, formación, alimentación y transporte del titular de la beca. En aquel tiempo, una cifra así era un verdadero dineral. De este importe, el colegio se quedaba con una parte y entregaba el resto a los alumnos. Repartir, aunque sea el progreso, siempre es difícil y a pesar de que la cifra que el colegio devolvía ‑creo recordar‑ era de unas cinco mil pesetas, como las necesidades familiares eran tantas, hubo algunas protestas y descontento; y, finalmente, una especie de “rebelión de los becarios”.
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