La pluviometría reinante en esta primavera ha estado a punto de dar al traste con un acontecimiento mariano y ubetense: la romería de la Virgen de Guadalupe, que tiene lugar desde su Santuario, en el arroyo del Gavellar, hasta la Ciudad de los Cerros.
La lluvia la ha dejado bastante ensombrecida. Tristemente deslucida, en honor a la verdad, si le añadimos el disparate de algo que ya empieza a ser costumbre y que viene repitiéndose desde hace tres años, como es la quema de una horrorosa traca que quebranta violentamente la paz del arroyo del Gavellar.
Un enclave natural en donde se refugia un importante número de especies de aves protegidas por la Ley, que vienen huyendo del veneno de los pesticidas que se vierte en la zona de olivar que le rodea. En el Gavellar han establecido su hábitat y en esta época del año se encuentran en pleno proceso de nidificación y cría.