Por Fernando Sánchez Resa.
En aquella noche de viernes (del 23 de noviembre de 2018) tenía dos alicientes previstos, que conseguí plenamente: asistir a la ruta teatralizada “Bécquer y el barrio de San Lorenzo” y conocer -un poco mejor- ese barrio en el que todavía me pierdo por sus calles, si no echo mano del GPS.
Llegué con tiempo suficiente, pues estaba citado a las 21 horas, en la plaza de San Lorenzo, mientras dos “lipasanes” (empleados de la empresa sevillana de limpieza) estaban adecentándola, regándola con largueza, mientras algunos transeúntes íbamos huyendo de las salpicaduras del agua de sus mangueras.
Puntualmente, apareció el guía y se presentó. Era Dani, al que ya conocíamos de otras rutas anteriores, que con su simpatía y prosapia características iba a contarnos todo sobre este insigne escritor y poeta, Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida (Sevilla, 17 de febrero de 1836-Madrid, 22 de diciembre de 1870), más conocido por Gustavo Adolfo Bécquer, siendo un romántico tardío que anda asociado al movimiento posromántico.
Cuando pasó lista, notamos bastantes ausencias, que fueron compensadas por otros aspirantes que estaban en reserva o se habían presentado al calor de esta interesante ruta turístico-literaria, gratuita. Cada cual fue recogiendo su credencial y con este guía, que según nos informaría después -en la plaza de La Gavidia- es biólogo, pero amante de la historia y el arte; y que, cuando coge el micro, no para, recordó no olvidar el tema de las de las acacias, que son venenosas y que se crían en los ríos y en las medianas de las autovías o autopistas, facilitando pistas para que cualquier mujer pudiera desprenderse de su marido, echándole esa planta a la comida, en lugar del laurel… «Hijo mío -tuve que decirle yo-; no les des más pistas a las féminas, que ya son lo suficientemente inteligentes para ello…».
Mediante siete estaciones literarias, llegamos a sentir la presencia de este sevillano famoso, romántico por excelencia, con la recreación verbal de todo lo que nos dijo Dani y las tres representaciones teatralizadas que nos regalaron su grupo, para que nos hiciésemos una mejor idea de la vida de este sevillano que marchó bien joven (con 18 años) a Madrid para ganarse la vida de escritor, aunque sus cualidades pictóricas también eran buenas.
Estuvimos, en principio, en la plaza de San Lorenzo; luego, marchamos para ver una representación de ambos hermanos Bécquer: Gustavo Adolfo y Valeriano (que le llevaba tres años y era pintor), ante la segunda casa sevillana en donde vivieron, tras venir de Toledo o Madrid. Después pasaríamos por la casa natal de Gustavo, que está muy próxima a la plaza de la que partimos, para volver a recalar nuevamente en ella y así, Dani, siguiese explicándonos la interesante vida de este personaje romántico por excelencia.
Allí volvieron a representar a doña Julia Espín -de la que Bécquer estuvo locamente enamorado- y ella misma declamó algunas de sus Rimas más famosas, que sinceramente creo que merece la pena plasmar y evocar, una vez más:
XXI
¿Qué es poesía?,
dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía…, eres tú.
XXIII
Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso…, yo no sé qué te diera por un beso.
LIII
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres…,
ésas…, ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
sus flores se abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día…,
ésas…, ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido…,
desengáñate, nadie así te amará.
(Etcétera).