Por Mariano Valcárcel González.
He leído ya varias veces artículos y reflexiones acerca de un tema sin duda controvertido y tal vez hasta insoluble; es el tema de la exigencia de concordancia, o no necesidad de ello, entre lo personal y lo público.
Bien que lo personal entra en el universo de lo privado donde nada ni nadie debería arrogarse el derecho a intervenir en principio. Lo de cada uno es su patrimonio más o menos íntimo, según sus deseos y obrar, y se revelará si cada sujeto así lo quiere. Además, que se entra en el terreno de los deseos, las pasiones, los sueños e ilusiones, las decepciones y los triunfos, los laberintos más recónditos del alma o del cerebro. Es terreno complejo.