Por Fernando Sánchez Resa.
Otro amor de Bécquer fue Casta Esteban y Navarro, que sería su esposa, y con la que tuvo tres hijos; el último, con un bandolerito, con el que se fue a vivir, dejándole su tercer retoño, producto de ambos, a nuestro poeta. De ser una persona oscura y huraña, Bécquer de pequeño, aunque seguro que jugaría por estas callejas y plazas de su amado barrio de san Lorenzo, pasó -de mayor- a ser más extrovertido e incluso juguetón con sus dos-tres hijos, aunque eso le durase poco, puesto que la sífilis, por culpa de sus varios amores y conquistas carnales le pasasen factura bien temprano: a los 34 años. Curiosamente, su hermano Valeriano también fallecería el mismo año que Gustavo, con 37, de una enfermedad hepática. Ambos estuvieron enterrados, primeramente en Madrid, en la sacramental de San Lorenzo y San José, pero desde 1972 yacen en el Panteón de Sevillanos Ilustres, en Sevilla.