La canela y el eslabón perdido

Por José del Moral de la Vega.

La canela es una de esas sustancias que movieron voluntades imperiales, propiciaron aventuras marineras y favorecieron los mayores descubrimientos geográficos desde Marco Polo a Colón.

Ahora, mi amigo el profesor Acuña está obsesionado con las propiedades bioquímicas de la canela, y sin casi darse cuenta, se ha metido en el campo de la historia, y no hace mucho nos ha contado que se han descubierto en las momias egipcias moléculas de “cinamaldehido”, principio activo de la canela, pudiendo ser, según su opinión, el eslabón perdido entre nuestra civilización y el mito del paraíso.


No se sabe muy bien cómo lo aprendieron, pero parece ser que los esenios conocían el modo de preparar una bebida compuesta de canela –en la Biblia se le conoce como kinnamom– que hacía perder la razón a quien la bebía, y con la que se cuenta que Salomé hizo enloquecer a Herodes, consiguiendo así la decapitación del Bautista. Por otra parte, una minuciosa exégesis del Códex Calixtinus ha permitido conocer que la receta de esa bebida mágica vino a Galicia desde Palestina, acompañando el cuerpo de Santiago, y allí, algún tiempo después, fue robada por un peregrino portugués que, persuadido de su valor, la desveló al rey don Dionís, monarca que puso todo su empeño en encontrar el lugar donde se producía la canela, consiguiendo al fin que los marineros portugueses la descubrieran en Ceilán y monopolizaran su comercio.

Ciertamente, este condimento está asociado a Portugal. Cuando el gran historiador Juan de la Mata Carriazo comenzó a estudiar todo lo referente a la boda del emperador Carlos I con Isabel de Portugal, quedó sorprendido de cómo el cronista describe el primer encuentro de los novios. Al parecer, Carlos se dedicaba al juego y la caza, y no manifestaba gana alguna de conocer a Isabel, que esperaba aburrida en el Alcázar de Sevilla. Cuando los novios, por fin, se encontraron, permanecieron encerrados en su alcoba durante siete días. Carlos parecía hechizado; la razón de ese enajenamiento amoroso del emperador no se ha contado nunca, por ser un secreto de las dos monarquías ibéricas; pero se sabe que ello fue debido, aparte de las cualidades de la reina, por la bebida que ella tomó –la misma que utilizó Salomé–, un brebaje que trasforma los besos de quien lo bebe en un alucinógeno para el que los recibe, haciendo que el emperador disfrutara del amor de tal modo, que nunca más quiso conocer a otra mujer que a su adorada Isabel.

Respecto a hechos históricos ya más recientes, el doctor Acuña ha podido descubrir que el “cinamaldehido” de la canela reacciona con las feromonas que segregan ciertas mujeres por la espalda, mayormente por la parte del cuello, provocando así la atracción de cualquier hombre que pasa cerca de ellas. Es precisamente por ello, que Coco Chanel la incorporó a sus perfumes, siendo ésta la causa de que muchos hombres, en presencia de mujeres con fragancias de canela, pongan cara de pánfilos. Y abundando sobre lo mismo, en Hollywood siempre se sospechó que la caída en desgracia de los Kennedy estuvo relacionada con un perfume que contenía esta especia, comenzando cuando algunos varones de esta dinastía olieron el Chanel nº 5 que Marilyn Monroe se ponía cada noche, al meterse en la cama.

La canela está en las momias egipcias, en una bebida sagrada de la Biblia, en los besos más amorosos, en los perfumes más cautivadores… En las mortajas, en las comidas, en el amor, por el aire… La canela siempre aparece como uno de los asideros con los que el hombre se eleva de su materialidad. Y por ello, el profesor Acuña ha cambiado desde hace tiempo la orientación de sus investigaciones, y ahora está empeñado en demostrar que lo que realmente ofreció Lucifer a Eva, para adquirir la divinidad, no fue la manzana sino la canela, siendo un traductor hebreo –¡vete tú a saber con qué intención!– el que cambió una palabra por otra.

¿Será realmente la canela el eslabón perdido de la cadena que nos permitirá volver al paraíso? Mientras los bioquímicos investigan sobre el asunto, lo más recomendable quizá sea disfrutar de un postre extremeño con canela. Es cierto que, con ello, no se alcanzan los atributos divinos que ofreció Lucifer a Eva; pero lo que sí se consigue es elevarse mucho en ese disfrute, que siempre nos produce un buen postre.

delmoraldelavega@gmail.com

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