Por Mariano Valcárcel González.
Me rondaba por la cabeza desde hace tiempo el recuerdo de unos chicos de mi pueblo que contra todo pronóstico pudieron hacer real su sueño.
Contra viento y marea, sí señor. Estábamos en vísperas del final del franquismo, pero se trataba de evitar lo inevitable, o de ignorarlo. Todo debía seguir igual, aunque se pudiese dar una apariencia de cambio para lograrlo. La televisión española, la única existente –TVE– oficial, seguía erre que erre con sus modelos de programas e informaciones rancias y encorsetadas; apenas si aparecían destellos de renovación y desenfado (recuérdese el “Un, dos, tres”). Al programa de competición educativa “Cesta y puntos”, de gran predicamento, siguió una secuela titulada “Subasta de triunfos” al inicio de los setenta. Y aquí es donde yo quiero llegar y donde ellos llegaron.