Por Dionisio Rodríguez Mejías.
5.- El truco.
Esta vez no fue murmullo, sino griterío, escándalo, algarabía y alteración del orden público. Para evitar suspicacias, el señor Bueno fue mostrando a todos el boleto de los afortunados, llamando la atención hacia el corazón atravesado por la flecha y las letras RC junto al nombre de Fandiño y la señorita Claudia. Con habilidad propia de un prestidigitador y con una papeleta duplicada, bastó un simple escamoteo para ocultar el boleto que le entregó la niña detrás de la carpeta, y mostrar el que tenía oculto entre los dedos de la otra mano. O sea, el de Claudia y Fandiño, que -rebosantes de alegría- llevaron el aparato al autocar con rapidez y aquella misma tarde volvió al armario del señor Bueno, donde quedó guardado y listo para el sorteo de la semana siguiente.