Por Dionisio Rodríguez Mejías.
6.- El vestido de los seres superiores.
El tema de conversación continuó siendo el mismo. Al cliente ―decía el señor Bueno, con toda la razón― le cuesta mucho otorgar su confianza a un desconocido; solo la entrega si detecta en nosotros sinceridad, pero si intuye que intentamos llevarlo a donde no quiere, se aísla y la retira al instante. Es decir, que se encierra en su concha y ahí termina nuestro trabajo. Hacer una venta exige infinidad de requisitos correctamente realizados, pero basta un error para arruinar la operación. Por eso, esta es una profesión difícil, reservada a personas sensibles y despiertas. Cuidar los detalles significa adjudicar a cada cliente el vendedor que mejor se adapte a él. ¿Con quién se entiende un gallego mejor que con otro gallego? ¡Con nadie!