Por Dionisio Rodríguez Mejías.
2.- Primeros pecados de codicia.
Y así, sin más, se puso a contarme su última hazaña.
―Bueno, antes de seguir, quiero que sepas que el premio, para el mejor vendedor del próximo trimestre, será de ciento sesenta mil pesetas. Ya puedes pensar la algarabía que se armó cuando nos lo dijeron. ¡Vamos a saco desde el primer minuto! Subimos al autocar sin contemplaciones, con el cuchillo entre los dientes.