“Los pinares de la sierra”, 27

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

7.- La caída.

Tras un silencio dramático, acompañado de miradas poco amistosas, Paco se encaró conmigo, posiblemente, aparentando una pesadumbre que no sentía.

―Javi, yo solo pretendo que vivas la vida y no malgastes tu juventud por cuatro pesetas. Ya sé que, hoy por hoy, trabajar en un banco es una de las aspiraciones de muchos jóvenes. Y también sé que vender a comisión no está demasiado bien visto por la sociedad; pero yo no te digo que dejes el banco; puedes compaginar los dos empleos, perfectamente. También a mí me gustaría que todos los trabajos fuesen honorables y estuvieran compensados con un salario justo que nos permitiera vivir con dignidad; pero mientras esa utopía no se haga realidad, amigo Javi, nos veremos obligados a buscar otras oportunidades, aunque tengamos la sensación de que algunas pueden rozar la ilegalidad. Yo soy partidario de una sociedad en la que todos los hombres ganen lo suficiente para ser felices y sacar adelante a sus familias. ¿Vale? Por eso te lo digo muy en serio: vente conmigo a vender parcelas y no te conformes con una vida gris y mediocre, por muy respetable que les pueda parecer a los demás.

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