María Antonia Martínez Cobo, alias Marieta: Enamorada y amorosa maestra…

Por Fernando Sánchez Resa.

Titán de maestras, trabajadora sin límite, sin miedo -como don Quijote- a arremeter contra programaciones cambiantes o todo tipo de novedades que se terciasen en el mundo educativo…

Siempre fuiste trabajadora incansable en tu casa madre, ejerciendo de estudiante destacada (y muy traviesa) en Las Carmelitas, madurando -un tanto- en el Instituto San Juan de la Cruz y en los tres cursos de magisterio de la Safa de Úbeda, donde nos conocimos, con su año de prácticas incluido, en el que no paraste hasta conseguir el acceso directo del Plan 67 y el amor de tu vida.

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Amparo Jódar Ogáyar: Una mujer inteligente e incomprendida…

Por Fernando Sánchez Resa.

Escolar irredenta del colegio de las Carmelitas, donde también ejerciste de maestra -¡todo un honor!- y cuyos años siempre llevarás impresos, al igual que tus estudios de magisterio en la Safa de Úbeda. Has peregrinado, desde bien joven, por diversas provincias andaluzas hasta arribar a nuestro cole, donde ejerciste de directora, habiendo pasado antes por el CEP de Úbeda, con el mismo cargo, y reciclándote en especialista de inglés durante tus últimos años de servicio, con una permeabilidad y ductilidad encomiables, pues lo mismo barajabas a los niños de párvulos o infantil que te subías a los cursos altos de primaria con el laudable esfuerzo físico y mental que ello conlleva.

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Aurora Jódar Jódar: Sinfonía de luz hecha música…

Por Fernando Sánchez Resa.

Magnífica y destacada estudiante; aún mejor hija y amiga; aquilatada amante de sus dos grandes amores urbanos: Canena y Úbeda, que tanto montan…; excelsa maestra, por encima de todo, y gran amiga de sus queridos alumnos que siempre la recordarán por su genio vivaz, sus regaños sinceros y su pronto y resolutivo perdón…

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Isabel Jurado López: Una estrella que brilló con luz propia…

Por Fernando Sánchez Resa.

Destacada estudiante, de acceso directo en magisterio, viniste a recalar en este colegio después de haber estado en Rus varios años y haber superado un grave problema de salud… Y te incorporaste al cuadro de honor de las maestras de infantil con un empeño y unos logros encomiables. Hasta que, nuevamente, la mala suerte te hizo retirarte, poco antes de tu edad reglamentaria, para seguir gozando de una vida plena en la que la amistad, el agradecimiento, la bondad y el amor por el niño siguen palpitando en tu memoria, pues han sido muchos años de entrega desinteresada, contribuyendo al mejoramiento paulatino de este colegio mientras preparabas a tus alumnos con un celo especial de entusiasmo.

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Francisco Herrador Boluda: El historiador reciclado…

Por Fernando Sánchez Resa.

Chico alto y de voz bien timbrada, que te conocía de vista y poco más por la Úbeda de nuestras entretelas, pero que viniste a aterrizar, en tu labor docente, a este colegio que te acogió con los brazos abiertos. Venías de practicar muchos años el viaje diario y la docencia pura con niños de corta edad, en la simpar Canena, a la que tanto has amado y con la que tan bien te has compenetrado; y de la que saliste, como todos, buscando la capital de La Loma, tu ciudad de nacimiento, para poder seguir regalando docencia y experiencia e ir andando y disfrutando todos los días al aula de tus sueños.

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“Los pinares de la sierra”, 21

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

CAPÍTULO IV

1.- Una operación de dudosa moralidad.

Así acabé la noche: solo, entre aquellos desconocidos, ciegos a gin-tonics y cubatas; plantado en medio de la acera y con miedo a tomar un taxi, porque estaba seguro de que, con el escaso dinero que llevaba en el bolsillo, no tendría suficiente para pagar la carrera. Mientras iba camino de mi casa, pensaba que quizás Paco pudiera entenderse muy bien con la gente de Edén Park, pero a mí no me sería fácil compartir los principios de aquellos cuentistas, cuya religión constaba de un solo mandamiento: vender a cualquier precio, aunque para ello hubiera que abusar de la ingenuidad de los clientes y faltar a las más elementales reglas de la ética.

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“Los pinares de la sierra”, 20

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

7.- Una mala noticia.

En ese momento, se acercó a nosotros Marc Arumí, le dio a Paco la enhorabuena y le dijo que iba a dejar la copa en el coche, y que nos esperaba en el Seven Crown de la calle París, donde había quedado en encontrarse con los demás.

―También irán las entrevistadoras, Martina, Genny, el señor Bueno y algunos vendedores del equipo. Paquito, no hace falta decir que cuento con vosotros.

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Cuento de la nostalgia, 01

Por Mariano Valcárcel González.

De cuando en cuando y cada vez con más fuerza, la nostalgia me invade.

La nostalgia, dice el diccionario es la tristeza de verse ausente de la patria o de los amigos, y en segunda acepción pena al recordar un bien perdido. Creo que a mí me afecta según la segunda, aunque desde luego puede ser muy discutible determinar cuál fue el bien que se perdió, si fue un bien único o fueron varios, independientes unos de otros, o concatenados y relacionados en sucesión los unos con los otros.

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“Los pinares de la sierra”, 19

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

6.- El reparto de premios.

Seguros de que el señor Bueno respondería a cualquier cuestión, por difícil que fuera, todos permanecieron en silencio, hasta que comenzó el reparto de premios. Ocupó el centro de la mesa el señor Triquell, a su derecha se colocó Martina Meler ―la pelirroja de las piernas tentadoras―, y a su izquierda el señor Bueno, amable, sonriente, y con el cigarrillo en la mano. El triunfador del trimestre había sido un muchacho de unos treinta años, Marc Arumí, alto, corpulento, con aspecto sencillo y bonachón. El señor Triquel le entregó una gigantesca copa de plata, con su nombre y apellidos grabados en la base. Marc cogió la copa, emocionado, y el equipo entero se puso a aplaudir.

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Úbeda, escaparate cultural permanente

Por Fernando Sánchez Resa.

Lo lamenté cuando acabó el XXIX Festival Internacional de Música y Danza, remedando a los pamplonicas al término de sus fiestas de san Fermín: ¡Pobre de mí, pobre de mí, se acabaron las más importantes fiestas musicales de aquí…! Y eso, a pesar de acusar varias decepciones: la desaparición del cuadro Santiago Matamoros en el auditorio del Hospital de Santiago –que, según me dijeron, intentaron robarlo y se encuentra en las dependencias municipales para repararlo‑; las múltiples equivocaciones de los programas del festival y su pésima coloración maximalista de difícil lectura; y la inoportuna nube veraniega que eliminó su broche final: La Fura Dels Baus.

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