Por Dionisio Rodríguez Mejías.
3.- La profesión más segura del mundo.
No conocía las playas del litoral, ni había tenido tiempo de enamorarme. En fin que, fuera como fuera, poco podía perder por acompañar a unos clientes e informarles del precio de los terrenos. En aquel estado de desorientación, yo fui el único que se levantó cuando entró en la sala el señor Bueno; los demás se quedaron sentados. Se presentó como jefe de ventas de la empresa, dijo que el volumen de negocio exigía ampliar el equipo comercial, y que esa era la razón por la que estábamos allí. Hizo un par de bromas, y nos invitó a presentarnos, uno a uno. Dijimos el nombre, los apellidos, y nuestra ocupación actual. Cuando el último terminó de hablar, nos lanzó una pregunta.