Por Fernando Sánchez Resa.
Estábamos en aquel febrerillo loco de hace dos años, en el que lo mismo lucía un rico y apetitoso sol que se cerraba el cielo y la lluvia caía a manta. Eso mismo ocurrió el jueves, día 6: que entramos a la sala de proyección con el cielo despejado y cuando salimos (cerca de las nueve y media), llovía con ganas de invierno…