Por Dionisio Rodríguez Mejías.
1.- El fichaje de “El Colilla”.
Con la ayuda de Roser, aquel mismo curso terminé la carrera; tres años más tarde nos casamos y tuvimos un hijo, que era la viva estampa de Vilanova. Dejé el gabinete de Borras Asociados para trabajar en PROVISA, al lado de mi suegro. Hasta 1982 no tuvimos más preocupaciones que buscar los mejores resultados económicos y vencer ese miedo instintivo, que sentimos los pobres, a perder algún día el fruto de nuestro trabajo. En consecuencia, me volqué de lleno en la actividad inmobiliaria: era el encargado de tratar con los Bancos y conseguir los préstamos hipotecarios, me cuidaba de la publicidad, visitaba las obras, estudiaba los proyectos y me encargaba también de crear un fondo de inversión ‑parecido a las pólizas que vendía en mi anterior empresa‑, para rentabilizar los ahorros de amigos y conocidos. Podría decirse que aquello para mí no era un trabajo, sino una diversión. Poco a poco, le cogí el aire al negocio y cada año poníamos en marcha una nueva promoción.