Por Dionisio Rodríguez Mejías.
1.- La fuga.
Todo estaba a punto, habíamos terminado de comer, Katia estaba fregando los cacharros en la cocina y, como cada tarde, su madre puso el televisor a todo volumen. Salimos Olga y yo del comedor y desde la escalera oíamos con absoluta claridad la sintonía de la serie Bonanza y el vozarrón de Dan Blocker, el hijo más voluminoso e infantil de la familia Cartwright. Subimos a su habitación, cogí el equipaje y lo llevé a mi habitación, sin separarme de ella. Había llegado el momento, miré al reloj y faltaba muy poco para las cuatro de la tarde.