Con dolor, Pepe

Presentado por Manuel Almagro Chinchilla.

Ramón Quesada siempre fue muy amigo de sus amigos; un sentimiento que, siempre que tuvo ocasión, no dejó de manifestarlo. Y la oportunidad le vino haciendo uso de una de sus mejores facultades para hacerlo patente, como es el dedicarle este artículo literario que dejara inmortalizada su aflicción por tan irreparable pérdida.

Mi amistad con José Martínez Romero nació apenas cuando fui trasladado a Jaén en 1974. Nos conocimos en mi trabajo y desde entonces no pasaba por la puerta sin llegar a estrecharme la mano, versando nuestra conversación, casi siempre, sobre ese fenómeno que aún existe sin explicación posible como son las caras de Bélmez, pues, aparte de sus conocimientos de Parapsicología, contó con un don de palabra efectiva. Habían pasado unos años de conocernos, cuando me regaló unas hojas de prensa ‑todas de Diario “Jaén”‑ reducidas a fotocopias puestas por orden de publicación y grapadas a modo de opúsculo altamente interesante. Y una dedicatoria: “A Ramón Quesada Consuegra, como sencillo recuerdo de quien se honra con su amistad”. Afectuosamente”. Su firma y la fecha en Jaén, a 16 de noviembre de 1986. Y tenía que ser también Diario “Jaén” el que me hiciese llegar la noticia de su muerte. Suceso para el que estaba en fila por enfermedad ante la parca y que fue para mí un dolor que ha dejado abierta una herida que sólo cicatrizará cuando vuelva a estrecharle la mano en el cielo. Pero, si se ha ido ya, buen bagaje de trabajos literarios nos deja que son venero de conocimientos sobre este extraño suceso paranormal que aún continua calentándole la cabeza a los investigadores de Parapsicología y Ufología que no cesan. Caso misterioso de Bélmez de la Moraleda que, hasta ahora, ni él ni nadie nos han dado un resultado satisfactorio. Sólo sugerencias e ideas que no voy a citar ahora por motivos obvios para José Martínez impuestos por su muerte, porque lo que descubría quería decirlo él mismo a quienes sabía que respetaban sus conclusiones y teorías sobre esta ciencia oculta de comportamientos psicológicos en los que insistió hasta el final y que hubiese logrado descifrar según mi propia creencia nacida de su versión comprendida, respetada y admirada. ¡Desde allí, Pepe, intercede por la luz de tu pasión!

(25‑04‑2005)

almagromanuel@gmail.com

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