Por Dionisio Rodríguez Mejías.
5.- Como el gato y el ratón.
—Con su permiso, don Ramón.
Me levanté, abrí un poco la ventana para ventilar el saloncito, y Vilanova aprovechó la ocasión para decirme en tono muy solemne:
—Querido Alberto, todo joven debe pensar en su futuro alguna vez. ¿No le parece? Pero la falta de experiencia nos lleva, en ocasiones, a plantearnos planes alocados: hermosos, incluso utópicos, pero carentes de esa imprescindible objetividad que otorga la veteranía. ¿Me comprende?