Por Fernando Sánchez Resa.
Llevaba tiempo dudando si debía apuntarme a este encuentro, pues el calor y la época del año en que nos encontramos podrían dificultar, bajo mi punto de vista, esta actividad lúdico‑relacional que tan amablemente nos ofrecían Yolanda y Jeniffer, cuando nos acercábamos a comprar en la tienda ecológica de Úbeda. Hasta que, por fín, pocos días antes, me decidí a inscribirme (juntamente con mi esposa), pensando en que pasaría una jornada feliz al aire libre, que me permitiría conocer a nuevas personas que comparten mis mismas inquietudes… Al final, no sólo no me he arrepentido, sino que llevo en mis alforjas mentales un cargamento de buenas resonancias e inolvidables aprendizajes que quiero comunicarte a ti, amable lector…
La mañana del domingo se presentaba fresca, con intervalos de claros y nubes que no llegarían a provocar lluvia, hasta que el sol se hizo el dueño y señor del firmamento. La cita era de 10:30 a 11 en la Granja Biocástulo, Linares, carretera de Guarromán (A-303) 5,1 km, margen izquierdo. Nosotros cogimos nuestro coche y nos presentamos allí, a la hora acordada. Todo estaba bien señalizado y llegamos (sin novedad), hasta que dos muchachos de la organización nos facilitaron el lugar de aparcamiento.
Anduvimos un trecho por el carril hasta que arribamos al Cortijo Pelao, que es como se le conoce vulgarmente, donde sus dueños Emilio y Dioni nos dieron la bienvenida, así como Noelia y toda la organización logística que estaba perfectamente engrasada…
Tras los saludos de rigor, Yolanda y Jeni, veteranas encargadas de la recepción de los asistentes, nos dieron nuestra identificación: tarjeta azul con nombre propio; y a mí, también, tarjeta blanca para poder tener voto (además de voz) en la asamblea; hasta que todos formamos una gran familia que se disponía a hacer una serie de actividades programadas para saber lo que producimos y comemos, y celebrar el X aniversario de nuestra asociación; aunque cualquier persona, fuese o no socio, podía asistir…
Para que el ambiente se tildara de más bucolismo, nos encontramos a la Peppa Pig (que así la llaman) del cortijo, materializada en una jabata que se notaba bien domesticada, pues no le hacía ascos a las carantoñas y caricias que se le proporcionaban y estaba al “pillete” para meterse en el huerto y zamparse lo más tierno y florido que se le pusiese al hocico; también se encontraba Niebla, un perraco blanco y bonachón, que parecía estar esperando a su Heidi de turno, que no llegó a aparecer…
Y, pasadas las once, nos distribuimos en tres grupos: unos visitamos la granja de gallinas ponedoras; otros, el huerto ecológico (para luego intercambiarnos y disfrutar de interesantes actividades); y el tercer grupo asistió a una cata de aceite, que con carácter voluntario demandaron, para después (también) disfrutar de la visita a la granja y al huerto.
En la granja ecológica, Emilio nos mostró sus instalaciones, diseñadas y construidas por él mismo, donde las gallinas ponedoras Isabraum o Lohmann brown andan en libertad durante todo el día, hasta que, a la noche, se recogen en sus gallineros. Cuando les abrió la puerta para que salieran, se encontraban un tanto intimidadas por tanta gente visitante, hasta que se tomaron la confianza y alguna que otra se escapó del recinto cercado… Los niños disfrutaron un montón recogiendo (en vivo y en directo) huevos frescos que salían directamente de la fábrica animal. Después nos enseñó la sala de clasificación del huevo ecológico, también diseñada y construida por él mismo, dando explicaciones convincentes de su amplia duración (28 días) en medio ambiente fresco (25º), peso, almacenamiento en frigorífico y su alto valor energético y alimenticio. Incluso nos contó la obra social que realiza, cuando su producción lleva tres o cuatro días sin venderse, donándola a Cáritas de Linares.
La visita al huerto fue ofrecida entre Noelia y Dioni, escardillo en mano («para no tener que ir al gimnasio», dijo graciosamente la primera), dando explicaciones detalladas de los productos ecológicos allí plantados (patatas, tomates, berenjenas…) y distinguiéndolos muy mucho de los transgénicos (que han sido modificados mediante la adición de genes exógenos para lograr nuevas propiedades) que se expanden por el mundo de una manera geométrica… Este fue otro agradable capítulo, en el que los niños, especialmente, vivieron (en directo y de forma personal) cómo se arrancan las matas de patatas, para comprender que su fruto se encuentra en el subsuelo y no en la superficie. También los mayores pudieron llevarse semillas secas de rábanos, tomates, etc., para plantar en sus macetas o terrenos, anticipando mentalmente la futura cosecha que se les venía encima y el disfrute personal de cultivar y recoger sus propios productos hortofrutícolas ecológicos, que tienen un sabor y efectos saludables, muy diferentes al transgénico que se consume tan alegremente…
También pudimos comprar, a lo largo de toda la mañana, en el mercadillo ecológico instalado en los bajos del edificio, en obras del cortijo. Los quesos, el aceite, las cremas, los huevos, las cerezas de Torres, el pan (y sus derivados) y los productos hortofrutícolas se ofrecían a buen precio y con alta frescura y calidad, por lo que muchos de los asistentes no quisieron dejar la ocasión de comprarlos, para luego disfrutarlos en la intimidad de su hogar…
Y, entonces, llegó la hora de la asamblea anual “Jaén Ecológica”, un poco más tarde de la hora anunciada en el programa (12 a 13:30). El cencerro sirvió para congregarnos y guardar silencio. Tras las explicaciones e indicaciones de Emilio y Noelia (sin power point, pero sí con grandes cartulinas para corroborar, aún más, la lucha por lo ecológico, emprendida en todos los campos), todos los asistentes que veníamos desde distintos puntos de la geografía provincial: Úbeda, Jaén, Linares… nos distribuimos en cuatro grupos de trabajo, bajo la carpa instalada delante de la piscina (en la que los niños y jóvenes aprovecharon para darse más de un chapuzón; y eso que la mañana era más bien fresca, especialmente al principio). Los técnicos, con su tarjeta identificativa naranja; los consumidores, con la azul (y blanca, si tenían derecho al voto); los productores, con la verde; y las tiendas ecológicas, la amarilla, debatieron largo rato y anotaron en grandes y blancos papeles continuos las propuestas más importantes y necesarias que incluir en el acta de la asamblea. Luego se pusieron en común y quedaron aprobadas, así como todas las explicaciones sobre el funcionamiento de la Asociación Ecológica de Jaén y las cuentas de la tienda ecológica de Úbeda.
Y, después, llegó lo mejor y más esperado por todos: la comida ecológica, a la que había que aportar su silla cada asistente, según estábamos advertidos. Los entrantes (ensalada verde, tabulé, ensalada gitana); el plato principal (paella vegetariana, tortilla de patatas y de berenjenas, caldereta de cordero, pollo al ajillo) y el postre (cerezas y fruta de temporada), así como la tarta del décimo cumpleaños de la asociación, elaborada con algarroba y dulces de productos ecológicos, hicieron las delicias del público asistente, confirmándose el famoso dicho popular: «Panza llena, no tiene pena…».
Y así, con muchas fotos en nuestras cámaras y vídeos y la experiencia de haber pasado una alegre y entretenida jornada, cada familia o grupo de amigos fue marchándose paulatinamente y con alborozo, a partir de media tarde, llevándose un bello y agradable recuerdo de la jornada vivida en este paraje, donde las huellas de las antiguas construcciones y explotaciones mineras bien se dejaban ver. Hubo quien todavía se volvió a bañar (o lo hizo por primera vez…), para que el sol, que ya empezaba a picar, nivelara su temperatura corporal.
Mi esposa y yo recogimos lo comprado en el mercadillo y nos fuimos hacia nuestro coche, para hacer el camino de vuelta a Úbeda con el regusto de saber que tanto lo que habíamos comido como lo que habíamos disfrutado se había apuntado a nuestro haber vital particular, para que nuestro propio bienestar sea moneda de curso legal en la variopinta sociedad en al que nos encontramos inmersos…
Úbeda, 14 de junio de 2015.