57. Gratos recuerdos

Por Fernando Sánchez Resa.

La férrea vigilancia que padecimos al principio se fue atenuando con el tiempo, gracias a nuestro buen comportamiento. Cuando llevábamos poco más de una semana, empezamos a salir (poco a poco) a la plaza del pueblo, que estaba frente al cuartel, y a las calles adyacentes. Mi mayor esparcimiento, tras el duro trabajo diario, era pasear en la noche por las oscuras calles de Martos, durante horas enteras, a la luz de la luna…

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