4.- Una entrevista inolvidable.
A punto estuve de llegar tarde. No se me iba de la cabeza el hombre del Mercedes, y tampoco me olvidaba de mi conversación con Olga. Busqué el papelito, miré la dirección y no tuve ninguna dificultad para encontrar el despacho; había una placa muy brillante en la puerta, con el nombre de don Roberto Vidal Bros ‑ Abogado ‑ Principal, segunda. Me preguntó la portera adónde iba, se lo dije y volvió a la garita sin hacer el menor comentario. Llamé al timbre y me abrió una señora muy mayor, de aspecto distinguido, que me invitó a pasar a una sala con una mesita baja y dos butacones de piel, uno a cada lado de la ventana.
—El señor Vidal le atenderá enseguida —dijo con enorme corrección—.