El toque de corneta marca todos los actos de la prisión… A la hora convenida por los jefes comienza la jornada, con la diana sonando en medio de la cárcel (que será sencilla o floreada y solemne, según el humor del preso encargado de tocarla o si hay grata nueva que comunicar). Entonces es cuando se ha de abandonar la cama, pues antes no está permitido ni es costumbre levantarse. Primeramente, se van recogiendo los camastros para, después, pasar a lavarse en los dos grifos o fuentes que están en un pequeño apartado. Hay temporadas que para el desayuno se reparte un cazo de café o malta para entrar en calor y hacer más llevadera la mañana; pero lo normal es que, si el preso no tiene (o se procura) algo que echarse a la boca, ayune obligatoriamente hasta el mediodía.
Estando todavía encerrados en los dormitorios, el cabo de limpieza llama por riguroso turno a los encargados de la limpieza general de todo el edificio (que han de barrer y fregar corredores, cocina, oficinas, retretes, baños y patios). De la limpieza de los dormitorios se encargará el cabo de dormitorio; así se evitarán malos olores o enfermedades. Los mayores de sesenta años o que estén enfermos están exentos de hacerla. El que no quiere realizar esta labor la paga a otros muchos, que juntan de esta manera sus buenos dineros. A los sacerdotes nos mandan acarrear agua o barrer, liberándonos de fregar los suelos…
Son las nueve cuando acaba la limpieza y los oficiales entrantes pasan revista y cuenta a los presos. Entrantes y salientes comprueban su relevo y, si falta algún preso, siguen contando una y otra vez hasta que sale el número exacto. Luego, suena el toque de corneta para saber que ha acabado la revista y los oficiales y vigilantes del relevo anterior se retiran a sus casas mientras que los presos esperan, con impaciencia, el nuevo toque de corneta que les permita salir de los dormitorios para bajar a tomar el sol y pasear por los patios. De esta manera transcurre la mañana del preso, en la cárcel de Jaén…
Úbeda, 2 de febrero de 2014.