En visita que hice a Córdoba, “La sultana” (Córdoba, capital del califato y antes romana), y dándome a pasear por sus callejas umbrías y siempre sorpresivas, sus plazas ocultas, a veces iba encontrándome rincones (como en el que está el busto del torero Lagartijo, que tomó la alternativa en Úbeda, precisamente), iglesias y algunos patios no de los tan publicitados por sus lienzos de macetas.