Los cardinales simples carecen de variación de género, salvo un(o), una y doscient‑os/as, trescient‑os/as, etc., cuyo género lo determina el nombre sustantivo del que son adyacentes: la página mil doscientas, mil doscientas páginas; una página, un libro. Existe, sin embargo, la siguiente diferencia. Los plurales doscient‑os/as, trescient‑os/as, etc., acomodan siempre su género al del sustantivo al que se refieren, tanto si lo preceden inmediatamente: doscientos kilos, trescientas toneladas, como si se hallan separados de él, en el interior de un cardinal complejo: doscientos mil kilos, trescientas mil toneladas, setecientas un mil pesetas. Los singulares un, una, en cambio, conciertan en género con el sustantivo, solo [solo, tanto cuando es adjetivo como adverbio, puede escribirse con o sin tilde, según el Esbozo… 1.8.3.F.3.º, nota 43] cuando lo preceden inmediatamente: un kilo, una peseta; veintiún kilos, treinta y una pesetas. Cuando se intercala mil, la práctica tradicional y más general consiste en emplear el masculino un, cualquiera que sea el género del sustantivo: veintiún mil kilos, treinta y un mil toneladas. Creemos que es contraria a la tradición la concordancia de género con el sustantivo femenino: veintiuna mil pesetas, treinta y una mil toneladas.