El otro día me encontré con Paco Bordés; en Úbeda, obviamente, donde vivimos los dos; y concretando más, en la calle Nueva, en el “tontódromo” de nuestros amores ‑dónde si no‑, y me dijo que a ver si podía escribir algo para la revista Amalgama. Esta petición ya me la había hecho con anterioridad alguna vez que otra y debo confesar, con toda sinceridad y al mismo tiempo con gran pesar, que no he tenido tiempo de hacerlo hasta el momento presente. Diversas circunstancias de tipo familiar me han restringido el tiempo libre disponible de una forma atroz y me tienen prisionero, de tal manera que me han limitado drásticamente mi vida social, cuando no pudiéramos considerarla como prácticamente desaparecida.