Quien reza con las manos
abiertas
y el corazón cerrado,
quien cruza sus brazos sobre el pecho
pero el río interior
es seco y pedregoso,
quien se arrodilla e inclina la cabeza
pero su pensamiento
se ocupa con las cabras,
los higos y la huerta,
recuento de invenciones,
quien masculla los nombres
del Todopoderoso
con labios de arenisca:
nunca escuchará cómo pasa
el Aire entre las ramas de los cedros.