12. En el hospital

Ya en el hospital, me subieron a una sala vacía destinada a militares. Me trajeron ropa interior, pues solo venía envuelto en una manta y con un pequeño escapulario de la Virgen del Carmen, que ‑para mí‑ era un seguro de salud y salvación en los peligros. Él sería mi fiel compañero en los tres años que duraría mi peregrinación y destierro en campo rojo; a él debería mi salvación de tantos peligros y acudiría en momentos de ansia y necesidad, encontrando el consuelo deseado, cuando lo estrechaba contra mi pecho ante los peligros de la guerra; sería, en definitiva: mi guía, luz y consuelo en el trienio que me esperaba hasta encontrarme de nuevo en mi convento carmelitano de Úbeda. Por eso, cuando pasado ese tiempo, tuve que sustituirlo, causó gran pena y tristeza a mi corazón.

Continuar leyendo «12. En el hospital»