Me encuentro, cuando descorren las cortinas de mi camilla, con una mesa de operaciones, un médico y varios ayudantes. Me ayudan a levantarme y recostarme en la mesa de operaciones, pero mi debilidad es tal, por la sangre perdida, que no puedo sostenerme y caigo sobre ella. Al fin descubren la herida principal… Sin hablar, médico y ayudantes, me pinchan. Ante mi pregunta, me aclaran que están dando unos puntos. Luego continúan curándome las otras heridas hasta que llegan a la de la espalda, que es la que más temo, pero parece no ser de importancia porque he tenido suerte: se ha producido sobre un hueso de la columna vertebral. ¡Si se varía unos centímetros me hubiese atravesado de parte a parte…! Dios no quiso que todavía hubiese llegado mi hora, pues nuevas angustias y penas llegarían para enriquecer mi calvario.
Día: 27 de noviembre de 2012
Cementerio de Safrú
La muerte es blanca y duerme de costado. Vive entre
los vivos, entre árboles frutales. Permanece
atenta a las plegarias de los hombres que van
o vuelven de los campos, discretos, silenciosos,
con las cuentas rodándoles en los dedos gastados.
La muerte oye llover sobre los vivos y oye
llorar sobre los muertos. Observa a la muchacha