Una mala racha

20-03-2010.
Hay que reconocerlo. En cuestiones de cante y piropeo, los maestros indiscutibles, desde siempre, han sido los obreros de la construcción. Pasaba uno por debajo de un andamio y le daban ganas de sentarse, allí mismo, a la sombra de un arbolillo, a disfrutar con aquellos conciertos líricos y populares, en riguroso directo y al aire libre. Estaba “entregao” un encofrador en aquel pasaje de “Mi niña Lola” que dice:

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