27-03-2010.
Aunque estoy acostumbrado a ello, supe, al escucharte, que el fracaso se consumaba definitivamente. Se puede ser inexperto en el arte del olvido, pero no eternamente; o insensato, hasta que se descubre la cordura; temeroso, pero no hasta el punto de ceder al enemigo el exiguo botín de la propia vida. Yo me he obstinado en negar la evidencia de lo que es puramente claro como las aguas espejantes de las fontanillas. No creo en las leyes que determinan inexorablemente el destino del hombre.