Por Manuel Jurado López.
XI
Pocas cosas necesita la noche
para encender su enjambre de luciérnagas
en el bosque colgante del espacio.
Antiguos Alumnos de Magisterio SAFA (AAMSU)
Por Manuel Jurado López.
XI
Pocas cosas necesita la noche
para encender su enjambre de luciérnagas
en el bosque colgante del espacio.
Por Manuel Jurado López.
V
La memoria incendiada,
enloquecida, hecha polvo:
pavesas por los aires,
un castillo de fuegos,
los libros humeantes,
volátil testimonio
que acaba en el olvido.
Por Manuel Jurado López.
Las islas inventadas,
brillantes y rocosas,
surgen de un mar de espumas.
I
Cierta manera de colocarse las lentes
Para mis hijos Víctor Manuel, Raúl David y Christian.
Ir y volver,
andar la misma calle inesperada
con la calma precisa de quien sabe
que el mundo empieza en cada esquina,
percibir los olores con el profundo aliento
que emanan las especias,
los dátiles, el cuero, y los madroños,
sentarse en un café
con una sola mesa
y escribir, si se puede,
dos palabras, o tres,
de las que quedan sólo
las letras desvestidas
de tinta irreverente.
Cuando en la luz se pierde
la mirada
y el aire se desviste,
y en la alberca verdosa
hunde primero el pie,
luego la espada de su cuerpo
y, al final, su cabellera,
este jardín,
un tanto descuidado,
es la memoria exacta
‑o inexacta‑ de otro jardín
bordado en un mantel
con botellas de vino rojo
y membrillos de octubre.
Cuando llega el silencio
el tiempo se detiene.
La medina es una flor vacía,
de la que sólo quedan
su olor indestructible,
sus círculos de sombras y de espectros.
Se abrió la puerta.
En el ancho salón de la ternura
divanes, pebeteros,
alfombras y tapices,
cerámica con huellas
de kábilas y besos,
vasos para beber
té de menta y orégano
con los bordes de oro
y letras alegóricas.
Ni brasas ni centellas,
ni hogueras ni rescoldos:
ceniza pobre y fría
conserva el corazón para su luto.
No busques más palabras
que puedan ensuciar tanto silencio.
Calla, si no sabes medir
cuánta distancia hay
Al mediodía crecen las palabras
como tallos de menta.
El ímpetu sonoro del almuédano
se sostiene en las alas de los pájaros.
El aire es preceptor de los gorriones
que nunca llegarán a los oasis.
Fervorosa es la carne
del ángel que se quema en su belleza,
en la sutil belleza del desastre.
Un color y un perfume:
cuerpo y alma fundidos
en la fuente. Un bálsamo
de cúrcuma y canela es la oración.