Por Fernando Sánchez Resa.
Durante viernes y sábado del primer fin de semana de septiembre de 2016, escogidos e intrépidos cinéfilos habían disfrutado del visionado y comentario de tres interesantes películas; por lo que, llegado el domingo, se pretendía rematar, gozosa y desenfadadamente, el primer taller de cine, celebrado en la antigua sacristía de la remozada iglesia de San Lorenzo. Había toda la mañana del domingo para seguir instruyéndose con la sabiduría del presentador y colaborador, Miguel Ángel Fuentes, y gracias a la vasta experiencia de Ramón Mª Gieling: cineasta holandés, actor, director y guionista.
Miguel Ángel comenzó anunciando el visionado de varios cortometrajes y un retazo del afamado e interesante filme de Ramón Gieling: Historias de la Pasión de San Mateo (2015); y que hablaríamos de cómo se encamina un proyecto cinematográfico y la manera de consolidarlo; todo ello, mediante un animado diálogo a tres bandas: presentador, cineasta y público, que conseguiría mantener la atención continuada y el deseo de aprender, además de pasarlo bien.
Ramón explicó cómo se puede hacer cine, sin hablar de géneros cinematográficos (cosa harto difícil), pues es complicado romper sus consolidadas barreras, aunque a él personalmente no le gustan que estén tan departamentalizados. Y comentó la premonición que hizo, hace treinta años, Francis Ford Coppola, sobre los jóvenes actuales: «En un futuro, no muy lejano, se producirá una revolución en el mundo de la grabación, pues todo el mundo podrá hacer cine»; y, efectivamente, así ha sido, puesto que casi todos tenemos en nuestras manos una cámara o móvil que usamos continuadamente, cada vez que filmamos por gusto o devoción, y que enviamos a amigos o conocidos por los distintos medios de comunicación más actuales y a nuestro alcance: mail, whatsapp, twiter, facebook…
Recordó lo obsoleto que se le han quedado los ocho milímetros de su cámara, de hace 40 años, cuando él empezó. Ahora, su hijo Santiago tiene una cámara profesional a su disposición; amén de que todos los días visionamos cine, ya que vivimos en y con imágenes permanentemente.
Prosiguió afirmando lo que la gente cree a pie juntillas: «Que un documental es la verdad; o que es cierto todo lo que allí se muestra; asegurando que la auténtica realidad es la que se graba sin que nadie se entere, puesto que, en cuando hay conocimiento de la existencia de una cámara, se van impostando conductas y comportamientos irremisiblemente; por eso, cuando hay una cámara oculta, es cuando se graba en puridad…».
Primeramente, visionamos un corto documental, sorprendente y novedoso, de hace 20 años, tomado en tres niveles o ángulos: Ramón graba al cineasta; el cineasta graba al fotógrafo; y el fotógrafo hace su trabajo fotográfico profesional. Quedamos sorprendidos de ese original corto, cual puzle con tres dimensiones o puntos de vista.
Luego, quedamos impactados con el segundo corto: un trabajo que tuvo que presentar Miguel Ángel Fuentes para su carrera de imagen y sonido; y que, en realidad, es un falso documental; siendo la noción de documental muy relativa. Era sobre Penza Vladivostok que, en realidad, es un cineasta falso. Es tildado de gracioso después, en el cinefórum, por Ramón; incluso, un espectador apunta que hasta la imagen de los cerdos se lo creyó; lo de después, no. Todos reímos y recordamos que eso mismo es lo que nos hacen, a veces, en algunos medios de comunicación: engañarnos, como si fuese el Día de los Santos Inocentes.
Después, pasamos al tercer corto, en el que el protagonista sueña su propia muerte con su música personal. Fue grabado durante tres o cuatro días de rodaje. La primera parte está formada por fotogramas de los años 60; la segunda, grabada en un solo plano de cuatro largos minutos.
Antes de visionar el cuarto corto, un fragmento del filme Historias de la Pasión de San Mateo (2015), de Ramón María Gieling; él quiso mostrar sus preferencias o anhelos en este mundo, pretendiendo romper fronteras, prefiriendo vivir al aire libre y que no haya palabras para definirlo. Anhela que el público viva las películas y que no piense en ellas.
A continuación, quedamos sorprendidos con el corto. Nos comenta que se estrenó en una Róterdam invernal y en doce ciudades europeas. Es una película híbrida que intenta romper fronteras, aprovechando y usando la música de la Pasión según San Mateo de Juan Sebastian Bach, para que podamos apreciar el impacto en las vidas de sus intervinientes. Ramón Gieling elaboró un sorprendente guión en el que se ven reflejados, música y sufrimiento, mostrando la verdad de Jesús en las caras de los sin techo (homeless), en Holanda. Muestra cuando estos se juntan los viernes por la mañana para cantar la Pasión de San Mateo y luego les dan comida; así es como comienza la filmación, cual corriente de río y personas, entrando en la iglesia abandonada de Ámsterdan, recreada en el plató. Visionamos simplemente ocho o diez minutos, para hacer boca, cual anticipo que nos impulsará a querer ver la película completa. Y nos recuerda lo que él mismo había declarado repetidamente a los medios de comunicación: «Pone en evidencia el innecesario espíritu litúrgico, en cuanto a la recepción de la Pasión; y que la música es sinónimo de humanidad».
Por último, visionamos el quinto corto, tras presentarnos Ramón a su hijo Santiago, cineasta y director. Nos dice que vale la pena este cortometraje, que está grabado a 100 km de aquí, en la bonita y sorprendente Sierra de Gorafe (Granada). La historia se desarrolla realmente en Siria. La primera parte del filme ha sido realizada con solo 5.000 euros, conseguidos de muchas personas por internet, mediante micro créditos (crowdfunding). Su título original fue La navaja; pero, finalmente, se cambió por Donde los cuervos lloran.
Este cortometraje formará parte de la película completa que lleva implícita una interesante y atractiva historia. En una barbería de París, se encontrarán dos sirios: uno, será el peluquero; y el otro, el que va a afeitarse; descubriendo el primero que el segundo ha sido su verdugo en Siria, antes de venir a Europa…
Después, padre e hijo salen al estrado y dan las gracias por la atención prestada por todos los cursillistas, abriéndose entonces un productivo diálogo.
Juan José Gordillo, uno de los preclaros componentes del colectivo “Peor para el Sol”, toma la palabra y pregunta a Santiago:
—¿Quién te ha enseñado más, la academia de cine o tu padre?
—Mi padre —contesta, sin dudar—. He estudiado en la Academia de cine de Holanda, que es de tipo convencional; mientras que en Bruselas es novedosa: más de arte y ensayo. Me siento más influenciado por Bruselas que por Ámsterdam. Este corto lo he hecho en tres días y únicamente con seis personas.
—No se ha visto el helicóptero en la secuencia —le contesta Juanjo—. Si hubiese habido dinero, hubiéramos visto muchos…
Y reímos todos.
Miguel Ángel apostilla que está bien ambientado, incluyendo el terreno en el que se ha grabado, pues transmite verosimilitud. Santiago aclara que este corto es como si se hubiese rodado en Siria, mientras las otras partes se harán en París; y que el tema de los refugiados es muy actual y apropiado, ya que puede servir para acercar a los europeos a la cultura y gente siria.
Al yo preguntarle: «¿Por qué has cambiado el título La navaja por Donde los cuervos lloran?», su contestación es contundente:
—Este nuevo título es una frase de un poema sirio y es más atrayente…
Para finalizar, llegan los regalos sabineros a los dos principales intervinientes (Ramón y Santiago), en agradecimiento por la organización del taller; matizando Juanjo, que siempre es bueno tener una visión distinta de la hollywoodense; y una actitud diferente y europea que sirva para romper barreras en el cine.
Y Ramón aprovecha para expresar, en voz alta, sus sesudas pautas filosóficas y vitales:
1. Creo en “el camino del riesgo”, pues si no se arriesga…; lo que vale la pena es el camino más difícil; y es el que se debe seguir siempre.
2. La vida es corta; por eso, es mejor disfrutarla y aprenderla, haciendo cosas inesperadas.
3. En el cine de hoy en día hay pocos que quieren arriesgarse al fracaso. Yo, por el contrario, pienso que, teniendo ese hándicap, es como puedo hacer algo bueno.
4. La gente cree, en general, que éxito es igual a buena película; pero creo que falta entelequia en el proyecto cinematográfico…
Juan José Gordillo agradece el magnífico trabajo realizado por Miguel Ángel; le da un regalo y se sincera afirmando que todos hemos aprendido mucho, él especialmente, en este primer año de trabajo cinematográfico; y también de su padre, Pepe Fuentes, gran conocedor y amante del cine. Termina dando las gracias al tándem Gieling, padre e hijo, y al público asistente, exclamando:
—¡Para finiquitar el taller de una forma redonda y como desagravio por no dar a todos los asistentes un trofeo sabinero, los incondicionales (y todos los que quieran) quedáis invitados a tomar un par de cervezas, con inmejorables tapas, en la taberna Calle Melancolía del Real, sanctasanctórum de Joaquín Sabina en Úbeda!
Allí bebimos, charlamos y nos despedimos satisfactoriamente, pensando ya en la segunda edición del Taller de cine y de las nuevas Jornadas Sabineras.
Úbeda, 27 de febrero de 2017.