Por Jesús Ferrer Criado.
—Hombre, Daniel, si es que tú lo sabes mejor que nadie. Tienes el taller en la misma acera y ella pasaba por delante de ti, tanto a la ida como a la vuelta.
—Perdonad, pero todavía no me he enterado —me quejé yo—.
—No te has enterado, José Luis, porque eres un ingenuo. Otro inocentón.