Murillo y el barrio de Santa Cruz, y 2

Por Fernando Sánchez Resa.

La siguiente parada es ante el monumento a la Inmaculada Concepción, conocida también como la Purísima Concepción, que es un dogma de la Iglesia católica decretado en 1854, por Pío IX, que sostiene que la Virgen María estuvo libre del pecado original desde el primer momento de su concepción por los méritos de su hijo Jesucristo. No debe confundirse este dogma con la doctrina del nacimiento virginal de Jesús, que sostiene que Jesús fue concebido sin intervención de varón mientras que María permaneció virgen antes, durante y después del parto.

También aprovecha Dani para contar la historia de lo que representa y fue el Archivo de Indias, antes Casa Lonja de Sevilla, a partir del 1 de enero de 1660 en que Bartolomé de Esteban Murillo, Francisco de Herrera el Mozo, Juan de Valdés Leal, Sebastián de Llanos y Valdés y otros insignes pintores y artistas fundaron una escuela para la enseñanza de las Bellas Artes, que laboró hasta fines del siglo XVII, para facilitar a los artistas la práctica del dibujo con modelo vivo y que se perfeccionasen en el estudio del natural.

Murillo, como gran maestro (del que sigue insistiendo Dani que siempre le gustaba ir mudándose a casas cercanas e incluso en el propio tajo pictórico), discute y se pelea con Valdés Leal, que era su director, por lo que deja esta academia para constituirla en su propia casa.

Después paramos en el Portillo del Aceite para recordar que por aquí estaban enclavadas las antiguas atarazanas (astilleros)romanas y cristianas de Sevilla, que se conservan en la actualidad en el barrio del Arenal, y que constituyeron la industria naval propiedad de la Corona de Castilla en la ciudad, estando operativas entre los siglos XIII y XV; y en las que se han rodado varias películas, especialmente la serie televisiva «La peste». Luego vamos caminando hasta la esquina del Dos de Mayo y allí nos sorprende una nueva interpretación de Murillo, ya anciano, dolorido, cojo y mal parado, tras haber caído de un andamio sobre el que estaba pintando, pensando en testar, pero finalmente sin hacerlo, pues muere a las dos semanas de la desgraciada caída, a los 65 años, con una fortuna respetable que se la repartirán sus hijos y herederos. Murillo no es que fuese de clase alta, ni nunca lo pretendió, pero sí tuvo siempre una vida más o menos desahogada. Allí aprovecha Dani para insistir en que hay historiadores del arte y estudiosos que no se explican cómo podía pintar de esa manera tan especial sin haber viajado y absorbido el arte que, por aquel entonces, preponderaba en Italia.

Y vuelve a recordar el viaje que Murillo hace a Madrid; pero, como no le gustó en demasía, se volvió a su Sevilla querida, en donde tenía su inspiración y vida.

Ahora llegamos al final de la ruta y, aunque vamos dispuestos a parar ante el Hospital de la Santa Caridad, al haber otro grupo explicándolo enfrente, por no interferirnos, marchamos hacia la entrada del parque que hay enfrente y allí terminamos de enterarnos de más anécdotas e historias de Murillo, con motivo del 400 aniversario de su nacimiento. Tras la serie del Hospital de la Caridad, espléndidamente pagada, Murillo no recibió nuevos encargos de esa envergadura. Un nuevo ciclo de malas cosechas llevó a la hambruna de 1678 y, dos años después, un terremoto causó serios daños. Los recursos de la iglesia se dedicaron a la caridad, aplazando el embellecimiento de los templos. Con todo, a Murillo no le faltó trabajo, gracias a la protección dispensada por sus viejos amigos, como el canónigo Justino de Neve y los comerciantes extranjeros establecidos en Sevilla, que le encargaron obras de devoción, para sus oratorios privados, y escenas de género. Días antes de que le sobreviniera la muerte, había participado en uno de los repartos de pan organizados por la Hermandad de la Caridad, y su testamento, en el que nombraba albaceas a su hijo Gaspar Esteban Murillo, clérigo, a Justino de Neve y a Pedro Núñez de Villavicencio, va fechado en Sevilla el mismo día de su muerte (3 de abril de 1682).

Nuestro pintor universal ha sido recreado, cual puzle encajable en nuestras mentes, haciéndonoslo revivir como si estuviese con nosotros, permaneciendo en todos los rincones de Sevilla que hemos atravesado.

Dani da las gracias a todos los asistentes y a Distrito Casco Antiguo, del ayuntamiento de Sevilla, por esta promoción gratuita de la cultura y el arte de Sevilla y aprovecha para anunciar que la próxima semana habrá doblete, pues tenemos dos citas más: la ruta “Don Juan Tenorio”, que se suspendió por la lluvia el 31 de octubre, citándonos nuevamente en la Plaza del Triunfo; y la ruta “Bécquer y el barrio de San Lorenzo” para el viernes, 23 de noviembre, en la plaza del mismo nombre.

Tras los aplausos y plácemes, el grupo se dispersa y cada mochuelo se va a su olivo (casa o restaurante) para paliar esa hambre y sed que todos padecemos y que hasta el propio guía adivinó en nuestros semblantes, conforme iba transcurriendo la visita. ¡Ha sido una noche feliz y entretenida en la que Murillo se nos ha configurado con un final previsto!

Sevilla, 16 de noviembre de 2018.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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