Por Fernando Sánchez Resa.
En esta trinchera de la vida, en la que cada vez estamos más inseguros, puesto que van cayendo, uno a uno, familiares, compañeros y amigos, incluso de nuestra misma generación o tajo profesional, porque nadie es intocable, pienso que la vida que todos conocemos es manifiestamente injusta ya que, según nuestro punto de vista humano, debería ser de otra manera, ya que no es de recibo que personas justas, trabajadoras, responsables, hacedoras del bien común y cumplidoras no se merezcan tener mejor fortuna, especialmente a la hora de su muerte y/o de sus enfermedades aledañas, que las que no practican esa bonhomía natural y cotidiana. Pero, por desgracia, no suele ser así cómo funciona este mundo de tejas para abajo que conocemos, aunque los creyentes en Dios y en la vida eterna tengamos la esperanza de que allí será más justa y equitativa.