Por Fernando Sánchez Resa.
En las faenas agrícolas los carros eran imprescindibles para transportar los aperos y el grano para la sementera. Cuando se secaba el grano en las eras, para transportarlo al granero, el carro iba lleno de costales y sacos.
En la calle de la Victoria había varias aladrerías. Una muy importante estaba en la plazoleta de la Cruz de Hierro que siempre estaba llena de carros esperando su arreglo. Yo veía cómo trabajaban los aladreros y cómo moldeaban la madera para las ruedas, todo artesanalmente. A las azadas y hachas les ponían los magos con habilidad y prontitud, pues a veces el cliente se esperaba y se llevaba la herramienta al momento.
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