Por Dionisio Rodríguez Mejías.
2. Misión cumplida.
Mientras Fandiño contaba el dinero, Ezcurra lo observaba en silencio, y a Paco no le llegaba la camisa al cuerpo. Apenas faltaban quince minutos para llegar a tiempo a la discoteca en caso de que el tráfico no estuviera muy complicado en aquellas horas. A cada instante, miraba el reloj y pensaba que Gálvez esperaría impaciente, para asegurarse de que todo estaba en orden, antes de ir al notario. Lo imaginó con una irritante sonrisa, paladeando una copa de coñac o abusando de alguna infeliz de las que se ofrecían como gogós, en aquel asqueroso sofá que tenía en el rincón de su despacho.