Por Dionisio Rodríguez Mejías.
8. Al fin la paz.
Portela se revolvió inquieto en el asiento, observó que Gálvez no había captado la metedura de pata, y le lanzó a Barroso una mirada que le heló la sangre. Por fortuna, el charcutero no tardó en reaccionar, le hizo un guiño a su mujer y se deshizo en evasivas para eludir la cuestión.