Por Dionisio Rodríguez Mejías.
4.- Oficializar el compromiso.
—¿Has oído lo mismo que he oído yo? —le dije a Roser con discreción—. ¡Tu padre acaba de casarnos!
No tuvo tiempo de responder, porque Vilanova me abrazó efusivamente, empezó a llamarme hijo mío, y a repetir que juntos nos esperaban grandes momentos de gloria.