¡Un viaje inolvidable…! – 05

Por Fernando Sánchez Resa.

VIERNES, 14.

Ese día tocaba Gijón.

Comenzamos pateando su inmenso Jardín Botánico que se encuentra frente a la antigua Universidad Laboral, la obra civil más grande de España, durante toda la mañana.

El paseo fue pausado, echando muchas fotografias para mandarlas a familiares y amigos por el whatsapp. Lo recorrimos de cabo a rabo por nuestra cuenta pues, aunque había programada una visita guiada a las 12 en punto, no hubo cupo suficiente para hacerla.

 

Laguna del Jardín Botánico de Gijón.


Jardín Botánico de Gijón.

Fue un extraordinario viaje por la flora cantábrica, española y sudamericana más característica que nos encantó pues los bonsáis, los gigantescos plátanos de paseo, la cascada junta a la Laguna, la abundancia de agua por ciertos parajes nos recordaban la Alhambra y el Generalife de Granada (por su verdor y variedad de plantas), la colmena y cientos de abejas, etc… Toda una maravilla a visitar, aunque el sol por momentos picaba con fuerza poniéndonos a prueba, pero como el manto vegetal era extenso siempre nos refugiamos a la sombra, aspirando el frescor y la bonanza que proporciona la umbría y el sonoro cantar del agua…

 

La Laboral, ciudad de la cultura.

La comida fue buena, bonita y barata, cual estudiantes jubilados, en el comedor de la antigua universidad laboral, llamada ahora la Laboral, Ciudad de la cultura. Más tarde, acabamos la jornada turística con una interesante visita a la Laboral de la mano de una simpática guía (que por cierto se llamaba Marga), explicándonos lo más destacable de las peripecias históricas y constructivas de esta antigua universidad laboral, la primera de España en su fundación, impulsada por el Ministro de Trabajo José Antonio Girón de Velasco, y los diversos avatares sufridos desde su nacimiento hasta la actualidad. Para rematar la faena turística, cual si fuésemos toreros novicios, subimos a su alta y esbelta torre en su compañía. Menos mal que lo hicimos en el ascensor pues tiene, nada más y nada menos, que 17 pisos. En su balconada azotea admiramos y fotografiamos las magníficas y vertiginosas vistas de todos los alrededores y de la no tan lejana Gijón, que se encuentra a dos o tres kilómetros de distancia, sirviendo de lanzadera para todo turista o viajero que quiera conocer concienzudamente la capital más grande de Asturias.

Luego nos metimos de lleno en la ciudad de Gijón y la visitamos en la azotea de un bus turístico, empapándonos de su historia, monumentos, barrios y playas más característicos. Un buen paseo a pie desde el puerto hasta la playa de san Lorenzo,

 

En el puerto.

pasando por la plaza mayor, que estaba abarrotada de gente y con un tufillo sidrero muy característico, nos llevó a decidir tomar una exquisita cena en un restaurante típico que sirvió de colofón al ajetreado día. El postre que yo pedí: cuajada asturiana con miel, me supo a gloria… Como ya era tarde (pues nos quedaba bastante ruta automovilística que recorrer) no nos quedamos a ver la traca final de las fiestas gijonesas, ni pudimos subir al famoso barrio de Cimadevilla para admirar el famoso monumento de Eduardo Chillida (Elogio del Horizonte) pues como iban a echar los fuegos artificiales no dejaban pasar a nadie.

 

Playa de san Lorenzo, de Gijón.

El viaje de vuelta a nuestro hotelito rural fue tormentoso y con fuertes rachas de viento y aguaceros… Como me cargué la batería del móvil (de tanto usarlo fotografiando y enviando whatsapps), no pude mandar a familiares y amigos las fotos que me hubiese gustado…

SÁBADO, 15.

Y para acabar de visitar esta tierra de ensueño, hicimos una excursión (lo más completa posible) al Parque Natural de Somiedo. Fue un día muy intenso en el que tuvimos la suerte de ser acompañados por el fresquito, la escasez de lluvia y el sol tenue y escaso…

Primeramente nos dirigimos a la oficina de turismo de Pola de Somiedo, como solemos hacer habitualmente en cualquier visita, en donde nos informaron de lo más bonito e interesante a visitar. Seguidamente entramos en su iglesia, donde el Cristo mutilado que hay en la cabecera del altar mayor nos llamó mucho la atención…

 

Cristo mutilado.

Para la excursión, se nos ofrecieron dos posibilidades: llevarnos unos bocadillos como hacía mucha gente e irlos consumiendo a discreción en la excursión; o comer al abrigo de uno de los restaurantes que se nos presentasen en los característicos pueblecitos por los que íbamos pasando. Tomamos esta segunda opción.

Fue en Saliencia donde paramos para conocer el pueblo y sus angostas calles. Lo primero que nos topamos fue su pequeña iglesia y el lavadero donde estaban refrescando un par de cajas de sidra del país. Finalmente, tras un pausado paseo con múltiples fotos de las payozas o teitos, tomamos una comida autóctona: abundantes fabes, exquisitas croquetas de setas y morcilla… y postre casero.

 

Junto a un teito en Saliencia.

 

Vista del Parque Natural de Somiedo.

¡Todo nos satisfizo en abundancia! Después cogimos el coche y ascendimos al Alto de La Farrapona de 1708 metros, quedando gratamente impresionados con sus fabulosas vistas, tanto de la provincia de León como del Principado de Asturias, pues se encuentra en la misma raya de ambos territorios.

 

En lo alto de La Farrapona.

 

Ante la laguna La Cueva.

Después, bajamos andando a la primera laguna (llamada La Cueva) y descendimos a sus orillas con gran esfuerzo pedestre y escalador. ¡Los pececillos saltaban de alegría al ver a todos los peregrinos que llegábamos a sus lares…!

En el camino de vuelta vimos a una perdiz y su camada de ocho perdigones y a las manadas de vacas por medio de la carretera, pues se suben en el verano a pastar a las zonas altas de las montañas…

La conducción fue entretenida y peligrosa pues circulamos por carreteras y parajes extraordinariamente angostos, bucólicos e irrepetibles… Aunque siempre te encuentras con el conductor acosador de turno, que tanto abunda, cual setas en otoño, que te está presionando, pegándose a tu coche para adelantarte aunque tenga la raya continua y el disco de velocidad obligatoria máxima que lo prohíbe…

Finalmente fuimos al avistamiento del codiciado oso asturiano al mirador de El Llamardal. Nosotros llegamos al atardecer, cuando la niebla iba bajando lentamente por la montaña… Allí había una troupe de fotográfos que llevaban todo el día pendientes de fotografiarlos y grabarlos porque se encontraba una osa con su cría, que los demás vieron nítidamente, aunque nosotros no, a pesar de tener los pequeños prismáticos prestados por Cecilia, la dueña del hotelito donde nos hospedábamos. Como no pudimos abrazar a un oso real, lo hicimos con el que había a la puerta del Hotel Asturiano de Pola de Somiedo que tenía una cara muy simpática.

 

Acariciando un oso en Pola de Somiedo.

Volvimos, cansados pero satisfechos, al Hotel Casona Cuervo para tomar la última cena… en esta bendita tierra norteña.

Al día siguiente nos esperaba una larga jornada viajera, con parada nuevamente en san Lorenzo del Escorial, para volver al sur, cuya temperatura se preveía en 15 o más grados de ascenso con respecto a donde nos encontrábamos.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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