La Tsadika

Por Fernando Sánchez Resa.

Ando alborozada y feliz. De un tiempo a esta parte no hago más que albergar gente interesante en mi seno por lo que me siento revitalizada, gracias al grupo de incondicionales que se han propuesto remozarme y levantarme del estado ruinoso en el que me encontraba, no hace tanto tiempo. Ahora, tengo muchas ganas de vivir, pues compruebo que me habitan y me tienen en cuenta para formar parte importante de todo tipo de actos culturales, teatrales, musicales…

Y hoy, en este soleado primer domingo decembrino, día intermedio del hermoso puente de la Constitución y la Inmaculada, me ha tocado revivir viejos recuerdos y anhelos con la cadenciosa y desgarrada voz de una joven y bella cantante hebrea, cuyo sonoro mensaje me he impregnado de fuerza y añoranza, al igual que al entusiasmado publico que ha tomado asiento en mi sala principal, frente al escenario que han montado en mi antiguo y añorado altar mayor…

Desde mi afamada espadaña he podido presentir y palpar el éxito de esta nueva cita musical que ha venido de la mano de los organizadores del XVIII Festival de Música Antigua Úbeda y Baeza, que han tenido a bien incluirme entre sus enclaves históricos‑musicales más preciados.

Expectación y mucho frío se han dado la mano en mi recinto estelar (a pesar de que mis vanos habían sido tapados con plásticos resistentes…) para disfrutar de un evento que ha conmovido mis raíces más primigenias.

Con Mor Karbasi, la artista judía venida de Jerusalén (siempre buscando a sus ancestros en los barrios judíos de nuestra Andalucía, donde estuvo viviendo durante cuatro años, según ella misma nos ha confesado públicamente a todos), acompañada del guitarrista Salvador Gutiérrez, he vivido más de una hora de ilusión compartida, al alimón del vibrante y enamorado público asistente, pues ella ha venido a demostrarnos sus excelentes cualidades vocales y musicales, regalándonos un rosario de canciones en las que la meliflua mezcla cultural, geográfica y religiosa de las antiguas tres culturas (cristiana, árabe y judía) se ha hecho por momentos realidad. Sus canciones, principalmente sefardíes, como La Tsadika: joven y bella hebrea que prefiere morir a renegar de su amada religión judía ante el ciego enamoramiento de su gobernador moro; han revertido, por momentos, la historia a nuestro antiguo Al Andalus, tintando sus añosas y modernas melodías con su característico timbre de voz aflamencada y el lenguaje ladino que siempre añoró a su antigua patria: Sefarad.

Andrea Pezzini, gestor de Artificis, sirvió de introductor del concierto, haciendo de portavoz de ambos colectivos: La Fundación Huerta de San Antonio y la dirección del Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza, aunados en un frente común para que todos sintiésemos, como primicia, la destacada actuación de esta privilegiada voz femenina, que ejecutó algunas de sus canciones a capela y/o simplemente acompañada por sus palmas o pandereta, encandilando mi alma y la del público que aplaudió, con garra y ganas, todo cuanto salía de su privilegiada garganta.

El tiempo se me fue entre elucubraciones y añoranzas, mientras llegó el regalo del doble bis final, incluida la popular canción Tres morillas me enamoran en Jaén, y la firma de sus discos, a la puerta de mi antigua iglesia, con sus incondicionales aguardando en una paciente y larga cola.

Cuando yo ‑la antigua iglesia de San Lorenzo‑ me encuentre nuevamente en soledad, suspiraré, una vez más, y me diré: «Qué buenos hijos me han tocado en suerte pues, agradecidos como nadie, en mi cruda vejez, me miman y cuidan cual madre querida y hacen de mí norte y guía de sus desvelos y preocupaciones. Todo, para que forme parte activa de esta ciudad de “Los Cerros” que quiere verse envuelta en un nuevo renacer histórico, aunando lo antiguo con lo moderno, en una misma urdimbre que sirva para fabricar nuestro más interesante y esperanzado futuro…».

Úbeda, 7 de diciembre de 2014.

 

fsresa@gmail.com

Deja una respuesta