Por Dionisio Rodríguez Mejías.
2. Qué fuerza tiene el sexo a ciertas edades.
Me recalcó que por los gastos no tenía que preocuparme; él me dejaría sus botas, un anorak azul y el pantalón de látex. Hablaría con el encargado de la tienda de Bavillesset, que había en el hotel, para que me eligiera unos buenos esquíes, y todo por cuenta de la federación. Tampoco había ningún problema en cuanto al viaje; él se encargaría de todo: hasta la estación de Ribas de Fresser iría en el coche de los padres de Luis Brustenga, un chico de once años, hijo de un importante industrial de Sabadell. El chófer pasaría a recogerme por la pensión. Me gustaba la idea.