Nacional… ismos

Leo supuestas declaraciones (y digo supuestas, porque hoy por hoy no se puede fiar uno de la veracidad periodística) del singular Sánchez Gordillo sobre sus creencias andalusíes y no tengo menos que sonreírme ante los disparates que se vierten con tal de conseguir réditos políticos.

Tengo que explicar, primero, que el paño seudoandalusí ya lo caté hace muchos años en mi ejercicio profesional, cuando asistí a cursos sobre cultura andaluza, cosa que era novedosa y a lo que muchos nos apuntamos (yo, sin ir más lejos, hasta llevé un proyecto experimental en el centro donde ejercía). En alguno de esos cursos empecé a verle la patita por debajo de la puerta al bicho del talibanismo doctrinario, en exclusiva guarda, uso y disfrute de las esencias andaluzas.

Se presentaban datos e informes de cierta base científica o histórica (económica, social, cultural…), pero manipulados sectariamente y arbitrariamente interpretados. Esta interpretación siempre nos llevaba a los mismos lugares, bajo las mismas coordenadas ideológicas.

Había mantras incuestionables:

  • Andalucía era una civilización milenaria con entidad propia (con lo cual ahora se le puede denominar, y reclamar como auténtica nación).
  • Andalucía había sido crisol de civilizaciones y modelo de convivencia entre las mismas.
  • Por paradoja, Andalucía fue más árabe que cristiana.
  • Andalucía tenía un medio geográfico privilegiado y unos recursos materiales fabulosos.
  • El folclore básico andaluz era el flamenco…

Y así algunas cositas más.

Los anteriores asertos, con no ser mentiras, no se pueden considerar como leyes fundamentales del espíritu andaluz; lemas que repetir, que no a pensar ni a ponderar. No así que, puestos como tablas de la ley, sólo nos quede acatar.

Ni se tienen en cuenta los matices ni las diversas realidades. Se monta un credo nacionalista aderezado según desde qué puchero ideológico y se cree que así la cosa puede marchar… Pucheros los hubo (y los hay) de distintos condimentos; apunto por ejemplar el cocinado por el señoritismo sevillano (y jerezano) con elementos del andalucismo irredento de Blas Infante y los toques, sólo toques, de la “tierra y libertad” de los jornaleros. Y así les fue. Había un gran fallo en esa construcción (y en las que se intentan) y es la falta del cimiento burgués, de las capas medias consistentes, que dieran fuerza al discurso nacionalista. En Andalucía, no existía una clase media de negocios liberal al estilo catalán o vasco (que son los modelos históricos del nacionalismo perimetral). Que la socialdemocracia haya utilizado este tema nacionalista, lo ha sido más por oportunismo táctico que por absoluta convicción; y su logro inmediato fue acabar con los anteriores mencionados.

Y ahora viene lo de Sánchez Gordillo y Cía.

Los que iniciaron la campaña, para concienciarnos de que Andalucía existe, procedían de movimientos del comunismo libertario. Eran profetas y apóstoles en campaña: la campaña de llegar a la tierra prometida. Su tierra y según su modelo. No tengo claro si ese modelo coincidía con el que concretamente oferta el alcalde de Marinaleda, aunque se parece en bastantes aspectos, pues este tiene muy a gala su raíz andalucista. Banderas verdiblancas no le faltan. Los nacionalismos tienen eso: que se inventan una bandera para su uso propio y detentación esencial exclusiva (y si no, la usurpan). Tal vez sea esa la única vía posible, creo estar seguro de que así lo piensan, y no me atrevería a desautorizarla sin más (o a descalificarla con insultos, como los que ya se han oído de sobra): los resultados han de ser el mejor (o peor) argumento.

Yo sigo sin comprender esta aparente coyunda entre el nacionalismo y el izquierdismo. Falta de toda lógica tal que, por muchas argumentaciones que se presenten (si es que las hay), deberían ser de tal contundencia que despejasen de todas a todas las dudas doctrinarias o conceptuales; mas, ¿cómo reducir, al restrictivo argumentario nacionalista, el internacionalismo apátrida…? Temo que estos izquierdismos nacionalistas solo buscan un espacio propio, forzado y artificial, fácilmente conquistable y asequible para el dominio de sus estructuras; vamos: ser cabeza de ratón nacionalista, al fin y al cabo cabeza en perpetua vindicación u ofensa, que cola de león. Sea izquierda catalana, o vasca, o andaluza, esta izquierda se ajusta como un guante a la mano nacionalista, la que recubre con sus colores para darle cierta legitimidad ideológica (o cierta modernidad). Pero es más para tener un banderín de enganche, fácil de identificar y de seguir más con sentimientos que con cabeza. Pivota todo, según mi parecer, en la confusión y la mezcla, en el engaño entre ideas distintas, meramente instrumental como herramienta de poder (o de alcanzarlo). Para mí tan impresentable como el de esos curas o monjas tan nacionalistas, que antes que religiosos son nacionalistas.

Puede que esto sea signo de los tiempos. Recordaría, sólo por afán didáctico, que en los treinta del pasado siglo hubo en Alemania un partido que se denominaba NSDAP, o Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores, y tuvo consecuencias… 

 

marianovalcarcel51@gmail.com

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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