Conocer Úbeda, 06a

Incondicionales y aficionados a los Paseos por Úbeda y sus contornos nos vamos concentrando y saludando a las puertas del Museo Arqueológico de Úbeda o bien en su patio de columnas, en este caluroso sábado (15 de junio). Comenzamos la visita a las once y media, con puntualidad. Como debe ser…

Francisco Javier Ruiz Ramos (presidente de Úbeda por la Cultura) presenta a María del Mar Capel García, una ilustrada almeriense afincada en Úbeda. Es doblemente licenciada: en Filosofía y Letras por Clásicas (por lo que sabe latín…) y en Historia del Arte. Ha dirigido proyectos máster “Fin de Carrera de Historia del Arte”, tiene diferentes publicaciones hechas y lleva once años en Úbeda. Es directora del Museo Arqueológico de nuestra ciudad desde febrero de 2013 y conservadora del mismo desde que se vino a Úbeda… Como tiene un punto de vista distinto de lo que es un museo, por eso la ha invitado: para que nos lo explique, a partir de las piezas del museo y de su trabajo museológico y museográfico cotidiano.

María del Mar toma la palabra. Primeramente, quiere explicarnos cómo nace este museo arqueológico (en 1970): empieza como Sección del Museo de Jaén, según un decreto de 1972 (964/1972 de 16 de marzo) a través del departamento de Bellas Artes; al igual que otros museos locales (Porcuna, Cazorla, etc.). El Museo de Úbeda se creó con el fin de “reunir, conservar y exponer en él cuantas obras de interés artístico, arqueológico e histórico sirvan de elemento educativo y sean exponentes de la historia y la cultura de esta localidad”. Queda claro que es un museo arqueológico que ha de servir para recibir piezas museísticas, conservarlas y expandir cultura… Refiere que vio un artículo de Agustín Palacios, en un programa de feria, donde se enteró que ya, en 1936, en el Palacio de los Marqueses de la Rambla, se quiso constituir un museo ubetense; pero que no fue precisamente ese año, de comienzo de la guerra civil, el mejor momento para hacerlo; por lo que fracasó…

«Tuvo como primer director a Rafael Vañó Silvestre (que, además, era juez), que escribe y demanda a las instituciones ayuda; por eso, tenemos depósitos que no son de nuestra demarcación (de Úbeda); y que, por los mismos orígenes de la propia historia del museo, empieza a ser arqueológico».

«Nos podemos sentir decepcionados, porque este museo es pequeño». María del Mar, para sorprendernos, argumenta especificaciones museográficas de calado: «No tenemos todos los espacios o departamentos necesarios, pues sólo hay un pequeño cuartucho que está a tope»; al final de la mañana, nos lo enseñará y todos nos daremos cuenta de cuánta razón lleva…

Vañó pide dinero (que va rebajando…) para que se utilicen las Casas Consistoriales como elemento cultural o de educación y para albergar las colecciones artísticas de todo tipo. Finalmente, no lo consigue; por eso, a este museo se le puso el adjetivo “arqueológico”. Y remacha: «Úbeda se merece un museo distinto (o separado) del arqueológico para las colecciones artísticas…».

En segundo lugar, nuestra guía pretende explicarnos cómo llegó a ser Museo Arqueológico de Úbeda la Casa Mudéjar en que nos encontramos.

«¿Por qué se piensa en esta casa pequeña y no en otra grande…?: Una vez que se constituyen las autonomías en España, este museo pasa a depender de la Consejería de Cultura, por lo que ya no es municipal, sino independiente (unido siempre al de Cazorla, como museo siamés, ya que desde su nacimiento va adjunto en el mismo lote y dirección)».

En las obras de 1964, se descubre esta casa de vecinos y, como no hay nada igual en Úbeda, Rafael Vañó cree que merece la pena convertirla en museo. Pertenecía a la familia Moreno Bello (actualmente esta familia está dolida con la placa que está colocada a la entrada, donde solamente se refleja su primer director, sin mencionarla; aunque la actual directora pretende remodelarla y deshacer el entuerto…).

Desde el patio central sigue explicando sus arcadas, haciendo mención (con encendido amor) del último congreso de mudejarismo de Teruel y sus actas anuales: «El mudéjar es un arte cristiano, pero con características musulmanas; en eso, todo el mundo está de acuerdo; lo demás, puede variar y entonces los expertos discrepan abiertamente».


Ahora salimos afuera (a la entrada de acceso al museo) y notamos la diferencia de calor, pues hoy hace un tórrido día (más de julio que de junio). Vemos y fotografiamos la placa (que está camuflada con la maceta…), donde está inscrita la fecha de su inauguración: 1973. ¡Este año se cumple su cuarenta aniversario…!

María del Mar ríe y dice (con gracia) que ella no tiene 40 años, sino menos… Las cuatro décadas de esta institución museística se cumplirán en septiembre, que es cuando se harán los actos conmemorativos correspondientes…

Nos da una clase didáctica sobre el mudéjar: capitel con decoración musulmana y el arco no es de herradura exacta sino que es un arco túmido (con apuntalamiento en el centro). Ella, como antigua docente (y que lo lleva en el alma), cuando lo explica a los múltiples alumnos que pasan por aquí les dice una regla nemotécnica: túmido, es como tímido, sólo hay que cambiar la u por la i. Nos habla de los particularismos y localismos que se aprecian aquí: la z, la y invertida, el 3…; que eran las marcas de los canteros de Úbeda…

Esta entrada tan curiosa, como si fuese un callejón, también le impactó a ella cuando la vio por primera vez. Y nos entera de cómo se hizo la rehabilitación‑construcción de la nueva casa en torno al patio central (que es lo único que se respeta), juntamente con los arcos de la entrada que cambian de ubicación (pues estaban precisamente enfrente de donde hoy se encuentran), dando acceso a un huerto o jardín… Luego, en el siglo XVI, se construyó la Casa de las Culebras, que linda con el museo, cuyo terreno era campo o espacio exterior anteriormente…

El museo está en plena trama medieval de la ciudad, y María del Mar pone su toque femenino: «Porque si vienes con tacones por estas calles empedradas… ni te cuento»; y se ríe ella (y todos) de su ocurrencia.

Nos habla del pozo (la gente que tiene más de cuarenta años recuerda que el pozo ha cambiado de sitio, como en muchas otras casas de Úbeda), que debía estar al aire libre. Todo el espacio está tan cambiado: pozo, columnas, entrada a la casa, patio… (Y es que el perspectivismo infantil, además, es muy diferente a la memoria del adulto).

Como buena enseñante explica detalladamente las puertas adinteladas (señalando lo que son las jambas y el dintel, que tiene decoraciones de estrellas y cruces); y la puerta de clavazón o de trillo, que es de madera antigua. La parte de abajo procede (según Vañó) de Santa María o de alguna puerta de alguna torre y hubo que adaptarla poniéndole el aldabón (¡curioso llamador!) que alguno fotografiamos… María del Mar recomienda verla y observarla detenidamente. Ella (con once años en el museo) siempre va descubriendo cosas nuevas que investiga para luego transmitirlas; y así la gente lo sabe y repercute en su buena conservación…

fsresa@gmail.com

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