Las vacaciones de antes

Las vacaciones siempre han sido para mí (y lo siguen siendo) una época especial. De niña las esperaba con ilusión. Las de Navidad: por los regalos de Reyes; poner el Nacimiento; los villancicos que a todas horas inundaban la radio; los mantecados que mi madre hacía en casa para, luego, llevarlos a cocer al horno de Pedro; y que se reservaban, sobre todo, para los días claves. Me veo ayudando, o más bien estorbando, con los moldes, recortando papel de seda, liando o guardando en cajas (cuando los mantecados ya estaban hechos) y, cómo no, la ilusión de los Reyes, con el consiguiente cuidado de portarme bien para que vinieran cargados con buenos regalos, y no con carbón.

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