Hoy, tu agua risueña,
corre con risa sonora
en cangilones de piedra…
Las ramas bajan, te besan,
y sigue, alegre, tu cauce,
entre recodos de tierra.
En tu agua cristalina,
la luz, tamizada, entra,
reflejando luz del día,
los árboles y ramas viejas;
y saltando, tu agua fina,
pasa ligera y discreta
tapada por madreselvas…
¡Oh, este riachuelo tan bello!,
cantando junto al sendero,
con su lira armoniosa,
estrofas, notas y versos.
Y yo sigo caminando
‑la vista en el cauce puesta‑,
al arrullo de sus aguas,
por este sendero viejo.
Mi alma, serena, sueña,
entre flores y zarzales,
al son de la cantinela
del río y de sus cantares.