Aquí no existe el tiempo.
Todo es tiempo sonoro:
sermón, rezo, memoria
con trenzas anudadas
con cintas de tisú,
mondadura y despojos,
tiempo en el tiempo,
orden en el desorden,
la extrema exactitud
de inexactas verdades.
Aquí no cabe el tiempo
ni el olvido ‑pariente
tan cercano‑. La dura
belleza de su cíngulo
ciñe el aire dormido
que cae como una flor
deshecha en pétalos.